lunes, 30 de abril de 2012

Parto adelantado, urge partero


Compatriotas: El vacío de poder y de liderazgo en que está sumido el país ha precipitado la disolución moral del régimen, con el peligro de provocar una septicemia mortal. Urge una decisión.

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Hemos entrado en la fase de la disolución moral del régimen. Narcotráfico, corrupción, malandraje desbordado, bandas paramilitares, guerrillas urbanas y rurales, ajustes de cuentas, sicariatos. Son las siete plagas, todas juntas, cayéndole encima a una nación inerme, que presencia con asombro la criminalidad desbocada.

Hemos entrado en la fase de disolución moral por el vacío de poder y de liderazgo. No hay quien ponga orden y restablezca la ley. ¿A qué se debe el vacío de poder? Se debe al fraude constitucional cometido, con reiteración, en el caso de la enfermedad de El Tirano. ¿A qué se debe el vacío de liderazgo? Se debe a que no hay un líder sustituto en el régimen, ni siquiera una dirección colectiva (como el PolitBuró de la URSS) que tome una decisión. Y, por desgracia, la oposición se ha prestado al fraude constitucional, creyendo que esta situación de emergencia puede prolongarse sin definición hasta el 7 de octubre, fecha fijada para el parto. Pero sucede que el parto se ha adelantado. El país está urgido de un partero para practicar la cesárea. ¿Cuál cesárea? La de ponerle fin al fraude constitucional.

El fraude constitucional ha consistido en la desviación del espíritu, propósito y razón de las normas que regulan las ausencias del Presidente de la República, sólo para evitar sus consecuencias. Así como existe el fraude a la ley, existe también el fraude a la Constitución, que comete la clase política cuando defrauda encubriendo los hechos para impedir sus efectos.

La Constitución le impone al Presidente de la República el deber de permanencia, que consiste en la obligación de ejercer sus funciones personalmente durante el período para el cual fue electo. Es un cargo a dedicación exclusiva e indelegable. Esta permanencia en el cargo está sometida a una condición: la territorialidad. Por ello no goza del derecho, que tenemos los ciudadanos, de ausentarse libremente del territorio nacional.

El ejercicio de la presidencia es territorial. Sólo se la puede ejercer dentro del territorio nacional. Ello resulta evidente porque el presidente debe tomar sus decisiones con todos los ministros (consejo de ministros) o con el refrendo del vicepresidente y de uno de sus ministros, según sea el caso. Esta condición de validez ratifica la territorialidad del ejercicio de la presidencia. Por este motivo todo viaje al extranjero del presidente se considera ausencia. Es absoluta si no tiene justificación, ya que entonces se la tiene por abandono del cargo. Es temporal si ha recibido la autorización de la Asamblea, a menos que no exceda de cinco días. Cuando la falta temporal pasa de 90 días consecutivos, se convierte en absoluta, salvo que haya sido prorrogada por otro lapso igual.

Expuesto lo anterior veamos el doble fraude constitucional. Primer fraude constitucional: El Tirano ha solicitado varias veces consecutivas autorización para salir del país alegando tratamiento de una enfermedad, pero ha ocultado el dictamen médico. El fraude consiste en ocultar que su enfermedad lo inhabilita para el ejercicio del cargo, impidiendo así la consecuencia jurídica: declaración de falta absoluta. Segundo fraude constitucional: Para evitar la declaración de falta absoluta, El Tirano ha venido fraccionando sus ausencias temporales. Fraccionar ausencias por el mismo motivo constituye evidentemente un fraude. La intención fraudulenta se confirma con sus visitas al país por dos días cada semana con el fin de simular interrupción del lapso.

Con el fraude constitucional se ha encubierto, ocultando el dictamen médico, la incapacidad de El Tirano para seguir ejerciendo el cargo, lo que al mismo tiempo lo haría inelegible para el período siguiente y, con la trácala del fraccionamiento de los permisos, se ha impedido la consecuencia jurídica de la falta absoluta, lo que significaría pérdida inmediata del cargo.

Lo repito: el parto se ha adelantado por la disolución moral del régimen a causa del vacío de poder y de liderazgo. Urge un partero que practique la cesárea poniéndole fin al fraude constitucional, que ha dado origen al vacío de poder. De lo contrario, el muchacho se les morirá en la barriga.

martes, 24 de abril de 2012

OLA DE SUICIDIOS "ECONÓMICOS" EN ITALIA


Cada día un pequeño empresario y un trabajador se quitan la vida agobiados por las deudas y la falta de expectativa para superar las dificultades


Si hay una palabra prohibida, esa es suicidio. Mucho más para las sociedades —como la italiana, como la española— que desde siglos han vivido a la sombra ética y estética de la religión. A pesar de que a los suicidas siempre se les negó un lugar en el cielo, en el camposanto y en los periódicos, los italianos se están quitando la vida por motivos económicos. A un ritmo de dos al día.  No se llega todavía al récord espantoso de los griegos —1.725 suicidios en los dos últimos años—, pero la progresión es tan alarmante que hasta el primer ministro Mario Monti, tan católico, nombró al diablo por su nombre. “Todos los días luchamos para evitar caer en el dramático precipicio de Grecia, con tantos empleos perdidos y tantos suicidios”, dijo.

La situación es tan dramática que, la noche del pasado miércoles, pequeños empresarios y trabajadores acudieron con velas al Panteón para exigir en silencio: “No más suicidios”.

Los llamados “suicidios económicos” están provocados por un cóctel fatal formado por los rezagos de la vieja Italia y la nueva crisis global. “La lentitud de la burocracia, la dificultad para tratar con bancos y administraciones”, según se puso de manifiesto a la vera del Panteón, “se unen ahora a empresas endeudadas, pagos que se retrasan y jamás llegan… El pequeño empresario se ve abocado a despedir a personas con las que ha trabajado toda la vida, a verdaderos amigos, incluso a familiares… Intenta aguantar hasta que un día ya no puede resistirlo y…” Todo parece indicar que la situación seguirá agravándose. De ahí que al menos cinco asociaciones —desde Cáritas a organizaciones empresariales— ya hayan puesto en marcha servicios de ayuda psicológica a emprendedores y trabajadores en apuros.

65.000 prejubilados —350.000 según los sindicatos— creían que habían llegado por fin a la orilla de la tranquilidad y ahora se encuentran a tres o cuatro años de la costa, en aguas más frías y más profundas que nunca, sin fuerzas para aprender a nadar, con la vida arruinada. Todo el sufrimiento que se reúne en las ojeras de Vincenzo, toda la sensación de haber sido estafado, se convierte en un factor de riesgo. Es el grito de Italia contra la crisis. Un grito dramático. El disparo de una escopeta puesta del revés. El silbido de un tren que se acerca en medio de la noche…

Argentina, de país rico a país pobre


En el primer tercio del siglo XX, era uno de los diez países más ricos del mundo, hoy es el 59. ¿Por qué? La respuesta es socialismo.


NOTA: SI HAY INTERÉS EN LOS GRÁFICOS IR A LA WEB DE LIBERTAD DIGITAL, DIARIO ESPAÑOL.

M. LLAMAS 2012-04-22

Argentina es uno de los países que ha registrado un mayor deterioro económico durante el último siglo. Su tránsito de la riqueza a la pobreza se podría resumir en la sucesión de tres grandes etapas: auge y desarrollo gracias a la globalización , la estabilidad monetaria y la liberalización económica (desde mediados del siglo XIX hasta el primer tercio del siglo XX); el período de entreguerras, desde 1930 hasta 1945, en donde se fue imponiendo paulatinamente la autarquía y el proteccionismo; y el ascenso del peronismo (1946-1955), cuyo legado pervive desde entonces, de una u otra forma, pese a la sucesión de distintos regímenes dictatoriales y democráticos.

Uno de los países más ricos del mundo

Al igual que otros países, Argentina se integró en la economía global durante el siglo XIX gracias a la apertura comercial, la libre circulación de capitales y la estabilidad monetaria que imponía el entonces vigente patrón oro. Argentina prosperó de forma sustancial hasta 1930, atrayendo un gran volumen de inversión extranjera y capital humano (inmigrantes).

Tras su proceso de independencia y un turbulento período de conflictos civiles, la emancipación definitiva de Argentina llegó con la Constitución de 1853, que instauraba como principios básicos la división de poderes, la igualdad ante la ley y un respaldo absoluto a la propiedad privada y el libre comercio. Los distintos gobiernos surgidos de la Carta Magna potenciaron las infraestructuras, alentaron la inmigración y la inversión extranjera y garantizaron el cumplimiento estricto de sus compromisos financieros.

Hasta tal punto esto es así que, en 1876, el entonces presidente Nicolás Avellaneda, ante el riesgo de suspender pagos, lanzó un mensaje firme a sus acreedores internacionales (tenedores de deuda pública):

La República puede estar dividida hondamente en partidos internos; pero no tiene sino un honor y un crédito, como sólo tiene un nombre y una bandera, ante los pueblos extraños. Existen dos millones de argentinos que economizarían hasta sobre su hambre y su sed para responder, en una situación suprema, a los compromisos de nuestra fe pública en los mercados extranjeros.

Este período, caracterizado por la apertura comercial y la libertad económica, se resume en los siguientes indicadores:

1. La población aumentó desde los 3,3 millones de personas en 1890 hasta los 7,5 en 1913 (crecimiento medio anual del 3,5%). Casi la mitad de este incremento se debió a la inmigración, procedente sobre todo de Europa.

2. El porcentaje de capital extranjero subió desde el 32% en 1900 hasta el 48% en 1913, como resultado de que Argentina presentaba entonces las condiciones económicas e institucionales más favorables de toda América Latina para la inversión foránea.

3. La acumulación de capital aumentó de media un 4,8% anual desde 1890 hasta 1913, permitiendo que la renta per cápita avanzara a un ritmo del 2,5% anual. El desastre de la Primera Guerra Mundial afectó, sin duda, al desarrollo argentino, como resultado del desplome del crédito internacional y el retroceso de la economía mundial, de forma que la acumulación de capital decayó hasta el 2,2% anual y la renta per cápita avanzó un 0,8% entre 1913 y 1929, pero no impidió que Argentina siguiera desarrollándose hasta 1930.

4. Hasta la Primera Guerra Mundial, su renta per cápita era similar a la de EEUU; era uno de los mayores exportadores de cereales y carne, hasta el punto de representar casi el 7% de todo el comercio internacional; Argentina acumulaba el 50% del PIB de toda América Latina en 1913; el sueldo medio en Buenos Aires era hasta un 80% superior al de París, y cuando un inmigrante desembarcaba en Argentina ganaba casi lo mismo que el que se ubicaba en Nueva York.

5. Durante los años 20 se mantuvo como uno de los 10 países más ricos del planeta, con una riqueza comparable e, incluso, superior al de la mayoría de países europeos, similar al de Francia o Alemania, y mayor que Italia o Japón; el salario promedio seguía superando al que percibían los europeos. De hecho, durante los años 30, EEUU, Canadá, Australia y Argentina se mantenían entre los países más ricos del mundo, con un PIB per cápita en torno a los 5.000 dólares.

El intervencionismo de los 30, el principio del fin

Los países más desarrollados por entonces, entre ellos Argentina, presentaban -al igual que ahora- una serie de rasgos comunes, entre los que destaca la seguridad jurídica, un marco institucional estable y, sobre todo, la apertura económica, un estado muy pequeño, escasas regulaciones y estabilidad monetaria. Sin embargo, aquella economía abierta, favorable al capitalismo, fue cediendo terreno paulatinamente al intervencionismo estatal, el nacionalismo económico (autarquía) y, finalmente, el peronismo (socialismo) que, de una u otra forma, preside Argentina desde los años 50.

Los años 30 son conocidos como la "década infame", ya que se sucedieron una serie de golpes de estado que otorgaron el poder a los militares, quienes instauraron un creciente intervencionismo económico, la autarquía (sustituir importaciones por producción nacional) y el proteccionismo comercial.

Además, resurgió de nuevo el mercantilismo, en donde el Estado se apropiaba de forma arbitraria de ciertos recursos privados para redistribuirlos entre determinados grupos de interés, favoreciendo así a las elites más próximas al poder político en detrimento del libre mercado. Ya entonces la explotación de hidrocarburos estaba bajo el control del Gobierno -los recursos del subsuelo pertenecían al Estado-, y el poder político comenzó a intervenir de forma cada vez más activa en sectores clave del país, tales como la producción de carne y cereales.

Es decir, Argentina pasó de tener una economía abierta y un estado pequeño, a una economía cerrada al comercio internacional y fuertemente intervenida. A ello, se sumó el abandono del patrón oro y la adopción de políticas keynesianas, basadas en el estímulo fiscal y monetario (más gasto público y bajos tipos de interés), para tratar de impulsar el crecimiento en medio de la Gran Depresión. Aunque esto no es algo extraordinario de esa época -muchos países optaron por políticas similares-, sí lo es el hecho de que este tipo de prácticas se extendió y agudizó tras la Segunda Guerra Mundial mediante la instauración del peronismo.

El peronismo, la consagración del socialismo

El militar Juan Domingo Perón logró la presidencia en 1946, instaurando el denominado justicialismo ("justicia social") hasta 1955, junto a su mujer Eva Perón, que aún hoy es un icono en Argentina. Su gobierno no sólo mantuvo las prácticas de los regímenes militares previos sino que, de hecho, incrementó de forma sustancial el intervencionismo estatal en la economía, extendió las prácticas mercantilistas e instauró su particular modelo socialista, inspirado en el fascismo italiano de Mussolini.

Entre otros factores, destacan los siguientes, tal y como expone José Ignacio García Hamilton, profesor de Historia de Derecho en la Universidad de Buenos Aires:

    ¥ Nacionalizó varias industrias, como los servicios de electricidad, gas, teléfono, ferrocarriles, transporte urbano, medios de comunicación, etc.
    ¥ Subsidió a grupos sindicales y empresariales próximos al poder.
    ¥ Disparó el gasto público e incurrió en elevados déficits fiscales.
    ¥ El superávit de la balanza de pagos acumulado durante la Segunda Guerra Mundial (Argentina se mantuvo neutral y vendió productos a ambas bandos) no fue suficiente para financiar las "prácticas populistas de Perón".
    ¥ Fue entonces cuando recurrió a la monetización masiva de deuda a través del banco central, generando elevada inflación.
    ¥ Subió los impuestos al sector exportador, al capital y, especialmente, al sector rural, y siguió dificultando las importaciones mediante políticas arancelarias.
    ¥ Introdujo rígidos controles sobre la producción y la libre contratación de servicios y trabajadores; fijó precios en el mercado del alquiler y suspendió los embargos inmobiliarios.
    ¥ Creó el Instituto Argentino para la Producción y el Intercambio (IAPI), que eliminó las empresas exportadoras privadas y fijó los precios internos de las cosechas por debajo de los precios internacionales. Luego, el IAPI vendía esos productos en el exterior y retenía la diferencia para aumentar el gasto público.

Como resultado, la economía argentina ya había declinado de forma sustancial para mediados del pasado siglo XX.


Regresa la dictadura, pero no el libre mercado

Perón fue derrocado por un nuevo golpe militar en 1955, pero ello no impidió que se mantuviesen los rasgos básicos del intervencionismo argentino hasta la década de los 90, incluso después de la reinstauración de la democracia en 1983. La alternancia de gobiernos autoritarios y democráticos en el poder no cambió un ápice el modelo mercantilista y socialista que se fue imponiendo progresivamente desde 1930.

Como resultado, el desarrollo argentino fue mucho más lento y débil que el del resto de países avanzados durante la segunda mitad del siglo XX. En esencia, se mantuvo un gasto público elevado; un sustancial control estatal sobre la economía (nacionalización de industrias); el modelo de sustitución de importaciones y, por tanto, el aislacionismo comercial; la emisión desenfrenada de dinero (alta inflación); y un adoctrinamiento cultural (en escuelas y universidades) centrado en el nacionalismo, que fomentaba el mercantilismo y el odio hacia el extranjero (incluido el capital foráneo). Y todo ello, en medio de una gran inestabilidad política.

Reformas insuficientes, corralito y kirchnerismo

Tras la reinstauración de la democracia (1983), la crisis se agudizó hasta tal punto en la década de los 80 -con hiperinflación de por medio- que el peronista Carlos Menem (1989-1999) intentó revertir la política económica mediante la privatización de empresas estatales (como YPF), cierta apertura comercial al exterior y la fijación del peso argentino al dólar estadounidense para frenar la inflación.


Aunque el país logró crecer con fuerza durante los noventa, las reformas fueron tímidas a la hora de revertir el socialismo de décadas previas. Así, por ejemplo:

    ¥ La privatización de empresas públicas se efectuó a dedo, privilegiando a grupos próximos al poder y, en todo caso, limitando hasta el extremo la libre competencia mediante una estricta regulación y fijación de tarifas en la provisión de servicios. Es decir, el monopolio se mantuvo intacto en numerosos sectores.
    ¥ La apertura comercial se limitó a tan sólo a algunos países de América Latina (englobados en el Mercosur), de modo que el aislacionismo nacional fue sustituido por un aislacionismo regional. Es decir, Argentina permaneció cerrada a la globalización.
    ¥ El gasto público siguió aumentando: el gasto en la provisión de servicios públicos fue sustituido por el aumento en "gasto social" (subsidios, subvenciones, prestaciones públicas y ayudas), a modo de clientelismo para comprar votos.
    ¥ De hecho, el peso del Estado sobre la economía siguió creciendo: el déficit público pasó del 0,15% en 1994 al 2,4% en 2000, y la deuda pública del 34% en 1991 al 52% del PIB en 1999. Como resultado, la deuda externa de Argentina -tanto comercial como pública- aumentó de forma sustancial, encareciéndose la financiación para el sector público y privado.

Puesto que la fijación al dólar ataba de pies y manos a su banco central para imprimir dinero y generar inflación (reduciendo así el peso de la deuda externa), Argentina decidió de forma unilateral declararse en default (impago) en 2001, lo cual generó una corrida bancaria y el temido corralito de 2002.


El también justicialista Néstor Kirchner conquistó la Presidencia en 2003, sucediéndole en el cargo su mujer, Cristina Fernández de Kirchner, en 2007. Así pues, el kirchnerismo va camino de su primera década, impulsando una política económica inspirada en la etapa peronista y bajo la órbita del líder venezolano, Hugo Chávez.

Ausencia de libertad, igual a pobreza

El país ocupa hoy una pésima posición en indicadores clave para el desarrollo económico. Así, Argentina se sitúa en el puesto 113 del ranking mundial en cuanto a facilidad para hacer negocios (Doing Business), que elabora cada año el Banco Mundial, de un total de 183 economías, a la altura de países como Etiopía, Egipto o Kenya. Destaca, sobre todo, por situarse a la cosa en indicadores como la apertura de empresas (146), permisos de construcción (169), registro de propiedades (139) o pago de impuestos (144).

Además, en un ranking que mide el respeto a la propiedad privada en 130 países, Argentina se sitúa entre los 10 peores, tan sólo seguida por Costa de Marfil, Nicaragua, Bangladesh, Nigeria, Burundi, Venezuela, Ucrania, Angola y Libia.

Asimismo, el Índice de Calidad Institucional (ICI) sitúa a Argentina en la posición 125 de un total de 194 países, perdiendo 32 puestos desde 2007.


Un 62% de los países obtiene una calificación superior a Argentina en términos de calidad institucional. En las primeras posiciones de América Latina se encuentran Chile, Costa Rica y Uruguay; Argentina, por el contrario, se aproxima a Nicaragua, Paraguay, Bolivia y Ecuador; las últimas posiciones son para Cuba, Haití y Venezuela. Dentro de este índice, registra las perores calificaciones en materia de libertad económica, funcionamiento de los mercados, la estabilidad monetaria y seguridad jurídica.

Hace ahora un siglo, Argentina se encuadraba en el top ten de países más ricos del mundo. Hoy se sitúa en el puesto 59 del mundo, según los últimos datos del Fondo Monetario Internacional (FMI), a la altura de México, Líbano o Gabón, y muy próximo a Venezuela (puesto 64). Según el Banco Mundial, su renta per cápita, en términos de poder de compra (descontando inflación), apenas superaba los 15.500 dólares en 2010, un 70% menos que EEUU, un 60% inferior a Japón o Alemania y la mitad que Francia o Italia.

EL EURO ESTÁ DESTRUYENDO LA ECONOMÍA EUROPEA


GEORGE SOROS: "La crisis del euro amenaza con destruir la Unión Europea y los dirigentes del viejo continente están llevando a Europa a su ruina".

Para el financiero, "la introducción del euro, en lugar de crear convergencia, ha supuesto divergencias", y a su juicio las naciones más débiles de la eurozona se encuentran en la situación "de los países tercermundistas" que han contraído préstamos en una divisa extranjera.

Aunque el euro sobreviva Europa tiene por delante un periodo difícil "similar a lo que le ocurrió a América Latina tras la crisis de 1982 o a Japón, estancado desde hace 25 años".

Pero a diferencia de esos ejemplos, destacó, "la Unión Europea no es un país", y por eso expresó su temor de que no sobreviva a la actual crisis, ante la cual los dirigentes europeos, según él, se han dado cuenta de que han hecho "demasiado poco, demasiado tarde".

Aunque el BCE "inventó medidas fuera de lo normal con sus préstamos a los bancos a tres años", el contraataque del Bundesbank (Banco Central Alemán) "rompió ese efecto". "Toda Europa está guiada por la ortodoxia del Bundesbank", y ese banco "empuja a Europa a la deflación", porque "es imposible reducir la deuda hundiendo el crecimiento".

Indicó que en caso de salir elegido, al socialista François Hollande "le resultará difícil alejarse de la línea alemana".

   "Cuestionar la ortodoxia financiera podría exponer al país a un ataque de los mercados", concluyó el estadounidense, para quien Francia se encuentra en estos momentos "en una situación precaria".

La trompa populista de Kirchner


POR SU APLICACIÓN EN VENEZUELA REPRODUZCO ESTE COMENTARIO DE LA PRENSA INTERNACIONAL

¿Cuándo baja la trompa un elefante que la tenía erguida? Por lo general, cuando se rinde o se somete. En cambio, la eleva cuando desafía o amenaza.

Pues bien: el modelo de Kirchner, que es el viejo modelo peronista de manual, se ha rendido. Ha sido derrotado otra vez, como ha sucedido invariablemente desde los tiempos de Perón, por la realidad, esa hija de puta. La expropiación de YPF, la filial de Repsol, no es otra cosa que el síntoma cruel y humillante de esa derrota. Cuando un modelo populista fracasa, son inevitables las expropiaciones: significan me rindo, bajo la trompa.

Veamos. ¿En qué consiste el modelo? Básicamente en subvencionar, es decir narcotizar, el consumo de distintos sectores urbanos y beneficiar a determinadas empresas cercanas al Estado. Por eso los Kirchner controlaron los precios del transporte y la energía, por ejemplo, y entronizaron o hundieron a empresarios amigos y enemigos según el caso.

¿Y cómo se financia esto? En tiempos de altos precios internacionales para las materias primas, de dos formas: con el dinero que viene de esta fuente y con el que se exprime a los sectores productivos, que en el caso argentino es esencialmente la agroindustria. Pero se consume tanto y se gasta tanto, que en un momento dado no bastan estas dos fuentes. ¿Qué se hace entonces? Lo que hizo Kirchner en 2008: exprimir todavía más a los productivos, elevando los impuestos al campo. ¿Y cuando esto tampoco basta? Se nacionalizan las pensiones, como hizo Kirchner en 2008. ¿Y cuándo hace falta más? Se echa mano de las reservas del Banco Central. ¿Y si esto tampoco es suficiente? Se agita la bandera de Las Malvinas... y se expropia las principales empresas. He allí la razón, la verdadera razón, de la expropiación de YPF. Mientras tanto, se persigue a la prensa, se intimida a la oposición y se hace lo que haya que hacer para que nadie instale un pedacito de verdad en la conciencia del respetable. Narcotizar a la opinión pública para que no se dé cuenta de que su consumo está también narcotizado.

A nadie debe extrañar que Argentina haya pasado a ser, después de 17 años, importador neto de energía a pesar de tener lo que, a partir del descubrimiento del yacimiento de Vaca Muerta, se calcula que pueden ser las terceras mayores reservas de gas no convencional del mundo. En todos estos años, al controlar los precios y alimentar el consumo artificialmente el gobierno populista logró dos cosas en materia energética: que se consumiera mucho más (el consumo de petróleo aumentó más de 38% desde 2003 hasta 2010 y el de gas más de 25%) y que las empresas que tenían que vender el gas en el país vieran sus márgenes de ganancia muy reducidos: debían hacerlo a la mitad del precio que se pagaba en Estados Unidos y a la quinta o sexta parte del precio que imperaba en el resto del mundo. Por tanto, todas las empresas ?no sólo YPF? produjeron menos de lo que habrían producido sin estos impedimentos (la producción de petróleo cayó más de 12% y la de gas más de 2%). Y por eso también invirtieron menos de lo que habrían invertido. Pero aun así invirtieron. Si no, no se habría descubierto el yacimiento de Vaca Muerta, hallazgo que no fue obra del gobierno sino, jodida ironía, nada menos que de YPF.

Sólo en los últimos cuatro años han fugado del país, verdadera estampida de quienes veían venir esto, 75.000 millones de dólares (en un país que hoy sólo tiene 47.000 millones de dólares de reservas porque se las gasta tratando de tapar agujeros). Los controles para evitar la salida de dólares alcanzan ya niveles de Estado policial. Como YPF no podrá producir lo que el gobierno quiere que produzca, habrá más chivos expiatorios nacionales y extranjeros (dos, tres, cien Malvinas, que diría el Che), y más expropiaciones (dos, tres, cien YPF). Ya no hay cómo endeudarse en el extranjero porque la decisión arbitraria de Kirchner, hace unos años, de infligir a los acreedores una quita de tres cuartas partes de lo que les debía el gobierno ha provocado un escenario de semi cuarentena crediticia. Por tanto sólo queda seguir expropiando. La rendición total y absoluta del modelo.

martes, 17 de abril de 2012

Las lecciones vigentes de la rebelión de abril



Para encallejonar a la oposición por la vía electoral, cuyos resultados fraudulentos exige reconocer desde ahora, la tiranía comunista ha satanizado a la rebelión popular del 11 de abril de 2002. Lo ha hecho porque  teme una salida así, rupturista con el pueblo en la calle, a la cual adhieran los militares anticomunistas y nacionalistas que deben quedar en la FAN. Previéndola repasemos las lecciones aprendidas de aquellos sucesos.
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El 11 de abril de 2002 no hubo un golpe. Hubo una rebelión popular. Una muchedumbre jamás vista recorrió las calles de Caracas, sin armas, y se dirigió a Miraflores para exigir la renuncia de El Tirano. Su antecedente histórico: el 19 de abril de 1810, guardadas las proporciones de población. El objetivo era el mismo: la renuncia de El Tirano. Y en ambas ocasiones se consiguió. Son las dos rebeliones de abril. Lección 1: una tiranía no resiste una rebelión popular.  Lo ha confirmado la “primavera árabe”.
Aquella rebelión no fue gestada por los partidos. La engendró la unidad social. Una alianza de clases. La formaban los trabajadores sindicalizados en la CTV, los empresarios afiliados a FEDECÁMARAS y los universitarios, tanto estudiantes como profesores y profesionales, agremiados en sus asociaciones y colegios. Lección 2: la rebelión popular se gesta en el seno de la sociedad civil, no en los partidos.
La rebelión popular tuvo por finalidad impedir la implantación de una tiranía comunista, que ya se venía venir en las primeras leyes habilitadas, y rechazar la cesión de la soberanía nacional ante Cuba. Estos objetivos recibieron la adhesión de los militares anticomunistas y nacionalistas, que entonces eran mayoría, quienes forzaron la renuncia de El Tirano, negándose a cumplir sus órdenes de cometer un genocidio. La actitud de los militares anticomunistas y nacionalistas obligó al Alto Mando Militar a exigir la renuncia de El Tirano. De este modo se repitió lo sucedido en enero del 58, cuando los militares se sumaron al pueblo. Lección 3: toda rebelión popular consigue adhesión militar, con mayor razón cuando la motivan el anticomunismo y el nacionalismo.
Conseguida la renuncia de El Tirano, por la rebelión del pueblo con la adhesión militar, los empresarios cometieron el gravísimo error de romper la alianza de clases. Sin acordarse con los trabajadores (CTV-Carlos Ortega) ni con los universitarios (Colegios), tomaron el poder para sí constituyendo un gobierno de empresarios, asesorado por sus juristas, expertos en leyes pero sin criterio político. Por el error imperdonable de los empresarios todo se vino abajo. Lección 4: el gobierno surgido de una rebelión popular debe ser consensuado y, en todo caso, presidido por quien merezca la confianza de los trabajadores.
Al error de la asunción del poder por los empresarios, se sumó la falta de liderazgo militar. No hubo líder ni plan. Demuestra, por una parte, que efectivamente no se habían preparado para esta eventualidad, lo que desmiente la tesis del golpe; y, por la otra, que no había un líder en posición de mando. Así se explica que haya sido la única vez en la historia nacional que una rebelión cívico-militar se pierde después de haber tomado el poder. Lección 5: los militares que adhieran a la rebelión popular deben tomar decisiones sin vacilación. Vacilar es perderse. Retroceder, un suicidio. 
No hubo liderazgo militar, pero tampoco lo hubo político. Triunfante la rebelión popular, era el momento para que el liderazgo político tomara el control de la calle.  En lugar de hacer esto, los políticos se fueron a  Miraflores para participar en maniobras palaciegas. Nadie convocó al pueblo  a la calle el día 12. Entonces se hubiese triplicado la asistencia del día anterior. Con tres millones de personas en la calle habría sido imposible el regreso de El Tirano. Lección 6: caída la tiranía, hay que mantener el pueblo en la calle hasta que se organice, estabilice y consolide el gobierno surgido de la rebelión popular.
El abandono de la calle el día 12 trajo por consecuencia la reacción de los comunistas el 13. Entonces tampoco hubo quien la enfrentara, llamando al pueblo a la calle para resistir y derrotar el contragolpe. Todos salieron corriendo a esconderse. Este espectáculo fue fatal. Acabó con el encanto de la gesta, viniéndose abajo la moral de lucha. Lección 7: Los que asuman el gobierno surgido de una rebelión jamás deben huir, sino resistir y hasta morir con las botas puestas si es necesario.
La más importante lección vigente: sería estúpido descartar la vía alterna de la rebelión cívico-militar, cuando la vía electoral sea un callejón sin salida por el ventajismo y el fraude. 

martes, 10 de abril de 2012

La República de los Trabajadores


Compatriotas: Reconozcamos que, durante los doscientos años de nuestra historia republicana, el poder ha sido detentado por una sucesión de oligarquías. Nunca por el pueblo. Hemos tenido una República Oligárquica. Ya es tiempo de ponerle fin y, en los umbrales de la sociedad del conocimiento, fundar la República de los Trabajadores.

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Todo comenzó con los “mantuanos”. Fue la oligarquía colonial. Por serlo se transformó de monárquica a republicana. Quería todo el poder para sí en una república oligárquica. No pudo lograrlo, tal como se lo proponía, por culpa de la guerra que la debilitó, por lo cual debió pactar con los “pata-en-el-suelo” que se hicieron generales. Con ellos conformó la Primera República Oligárquica, que dio inicio a lo que se convirtió en tradición: el ascenso social a oligarca por vía militar. Para ser oligarca la vía expedita ha sido siempre hacerse militar. Haciéndose militar el pobre conquista poder político y, teniéndolo, saquea impunemente a la Nación y a los nacionales. No es de ahora eso de expropiar es robar. Es, en razón del poder político, sobre todo cuando se tienen las armas, que robar es expropiar. En este caso el robo no es robo. Se lo llama expropiación. Los asaltantes del poder no roban. Expropian hasta el Tesoro Nacional al cual saquean.

Los que quedaron fuera del reparto de la Primera República Oligárquica se vistieron de militar e hicieron la Guerra Federal. Al ganarla constituyeron la Segunda República Oligárquica. Si antes el poder estaba reservado a los generales de la independencia, ahora pertenecía en exclusividad a los generales de la federación. ¿Y quiénes eran los generales federales? Unos civiles que se pusieron el uniforme militar para saquear a la Nación valiéndose de las fuerzas de las armas. El ascenso político-social por vía militar, tan característicamente venezolano, lo retrató Alejandro Urbaneja Achelpohl en una novelita suya de hace más de un siglo. La tituló “En este país”. Su personaje central es un peón de hacienda que se enamora de la hija del dueño, siendo correspondido por ella. Descubierto el romance el padre de la muchacha, un oligarca desde luego, reacciona contrariado vista la desigualdad social entre los enamorados. Entonces se combina con el jefe civil para que reclute al muchacho y lo mande a servir fuera. El mensaje del novelista está en el episodio de la muchacha gritándole a su amado: “Pablo, hazte general.” Con estas palabras está dicho todo. El uniforme te da poder, con poder puedes saquear, a la Nación primero, saqueando te haces rico y al hacerte rico como saqueador ingresas a la oligarquía. Y así fue. Pablo ascendió a oligarca por vía militar.

Los andinos quedaron al margen. Entonces decidieron alzarse con el lema: “nuevos hombres, nuevos ideales, nuevos procedimientos.” Ganaron la guerra y fundaron la Tercera República Oligárquica. Eran nuevos hombres, sin duda, campesinos montañeses, pero su ideal era el mismo: hacerse oligarca, y su procedimiento idéntico: saquear el Tesoro Nacional y todo lo que se le pusiera por delante. Llegaron al colmo de imponer una regla no escrita: para ser presidente sólo se exigían dos requisitos, ser general y ser andino. Derrocado el último general andino, advino la Cuarta República Oligárquica. Es la etapa de la oligarquía partidista. Los partidos, que habían comenzado muy bien, degeneraron en oligarquía. Fue su error. Pero aún así hubieran podido mantenerse en el poder. Los hundió algo que no advirtieron: la oligarquía civil de los políticos rompía la tradición del ascenso político-social por vía militar. A la oligarquía no se llegaba por la carrera militar saqueando como antes. A la hora del retiro sólo se contaba con una pensión. Esta perspectiva disgustó a jóvenes que se habían metido a militares con la esperanza de hacerse ricos. Para enderezar el rumbo y volver a las andadas, dieron el golpe fallido del 92 repetido en el 99, esta vez mediante una constituyente, con la cual fundaron la Quinta República Oligárquica. Igual que en las tres primeras repúblicas, se trata de una oligarquía militar con sirvientes civiles, perpetuada en el poder con la reelección indefinida. Esta nueva oligarquía, llamada boliburguesía, ha encontrado en el comunismo la justificación ideológica del mayor y más descarado saqueo de nuestra historia.

En Venezuela nunca ha mandado el pueblo trabajador. Ha llegado el momento, por el advenimiento de la sociedad del conocimiento, de poner fin al ciclo de repúblicas oligárquicas y fundar la República de los Trabajadores.